Esto es Nueva York, de E.B.White
Este es uno de esos libritos que, como el Paris de Julien Green, debe obligadamente anteponerse a cualquier guía de viajes.
Un artículo originalmente publicado en 1949 en la revista Holiday que nos entrega ahora Editorial minúscula en el número 12 de su colección Paisajes narrados.
El Nueva York que nos pinta White nos resulta muy familiar y caminamos con él por la Gran Manzana como acompañados del amigo neoyorquino que nos enseña la ciudad que solo se puede conocer con mucho tiempo en las manos y sin la intención de conocerla.
Como muchos, no he visitado nunca Nueva York. Pero eso no me impide decir que conozco Nueva York. Me es tan familiar como me son familiares Troya, Babel, la Mancha del Quijote o los siete mares de Simbad. Es un mito del que no escapamos, una referencia ineludible, eterna casi. Una ciudad con un carácter tan propio y tan fuerte que, a pesar de que lo reconocemos en su geografía y en sus habitantes, en absoluto depende de éstos, como quedó terriblemente demostrado en 2001. No puedo dejar de citar esta frase de White, que, recordemos, fue escrita en 1948:
La ciudad, por primera vez en su larga historia, se ha vuelto vulnerable. Una escuadrilla de aviones poco mayor que una bandada de gansos podría poner fin rápidamente a esta isla de fantasía y quemar las torres, derribar los puentes, convertir los túneles del metro en recintos mortales e incinerar a millones.
Como descubrimos con White, Nueva York es y será siempre Nueva York, por más que cambie, por más que pase por ella el tiempo. Todos los cambios que Nueva York ha visto de los cuarentas a la fecha no han hecho, me parece, sino reforzar el mito que identificamos ahora con la ineludible «New York, New York» pero que reconocemos ya en la frase de E.B.White: «Nadie debería venir a vivir a Nueva York a menos que tenga la intención de ser afortunado.»
Hay libros, como éste, que son un hermoso viaje.