Velador de noche, soñador de día, de Luis Eduardo Rivera.
Ya le daba las gracias antes a Luis Eduardo por su traducción de Pensamientos y Rivarolianas antes. Éste es el primer libro suyo que leo. Suerte de diario de vivencias de un guatemalteco en Paris, trabajando de velador en un hotel. Sus aventuras, sus disquisiciones de escritor, su búsqueda de identidad, de sentido en una juventud que es cada vez menos y en una camino que no puede ser sino dudoso para cualquiera que lo emprenda.
“Un diario es siempre polimórfico, un género apátrida de la literatura, una especie de no man’s land del espíritu”. No se espere encontrar otra cosa que ese relajo en esta “novela”.
Sin lugar a dudas, prefiero el diario a la novela, quizás por su acercamiento al ensayo, que es mi verdadera debilidad.
Nunca logré convencerme de que el narrador fuera otro que Luis Eduardo. No me parece que necesite ser otro. Raúl por todas partes. De la Horra, por supuesto, a mitad el que conozco ahora, a mitad el de “Se acabó la fiesta”. Deberé leer algo más de ambos para ver si salieron de la catarsis autobiográfica.
Aunque se trata de un buen retrato del ya a estas alturas cuasi folclórico intelectual latino en Paris, aunque con su particularidad chapina, no es un escrito que etiquetaría de esencial. Su lectura sin embargo es agradable. ¿Qué más se le puede pedir a un libro?
Rescatables, sobre todo, los textículos y las tatologías, reflexiones al margen de la trama, y otra puntadas parecidas. Paso las hojas de retroceso y encuentro algunos ejemplos al azar:
“Soy lo que soy, un típico guatemalteco: tímido, observador, suspicaz, atento, reservado, provinciano, Taif. Nada de esto está dicho para demeritar el espíritu chapín, simplemente somos así, producto de ciertos rasgos muy particulares de nuestro mestizaje” “Eso es algo que por un lado me complace y por otro me fastidia.”
“Tengo la impresión de que mientras más literatura leo más ignorante me vuelvo en otros aspectos; lo cual tampoco significa que me sienta literariamente más culto”
“Tengo treinta y tres años y vivo todavía en un cuarto de azotea”… “ Hace más de nueve años que resido fuera de mi tierra y aún me sigo sintiendo de paso”
“Tratando de evitar el ridículo, uno siempre termina por hacerlo. El tímido, enemigo visceral del ridículo, lo sabe muy bien”
Mi opiniòn es que es una de las más lúcidas novelas que se han escrito por guatemaltecos de la generaciòn de Luis Eduardo.
A lo mejor la leíste ‘solo por encima’, cosa que tambièn puede hacerse.
Al margen y sobre la autobiografía: solo quienes escriben sobre ‘su’ vida y su entorno son grandes. Mirá la diferencia entre García Márquez y Vargas Llosa. Uno, recurrente, enloquecido por su Macondo. El otro, con un respetable manejo del idioma, pero sin demonio. .
Querida Ana María,
Muchas gracias por tu comentario.
Lo cierto es que no soy un buen lector de narrativa, y no estoy calificado para hacer crítica de la novela guatemalteca de la generación de Luis Eduardo ni de ninguna otra.
Para retomar, habiendo hecho la salvedad de que soy un simple lector curioso, sobre la autobiografía y mi comentario: me disfruté muchísimo la lectura de Velador de Noche. El estilo de Eduardo me parece en extremo agradable, limpio, y su manejo del humor y del sarcasmo me dicen mucho del genio detrás de lo que leo. Hablaste de lucidez. Estoy de acuerdo.
Por otro lado, me gustó también «Se acabó la fiesta» de Raúl de la Horra. Tengo los mismos comentarios. Noto en la lectura de lo de Raúl una «finesse d’esprit» que agradezco.
Encuentro que las dos novelas se corresponden mucho, es decir, se hablan mucho la una a la otra, al punto que casi las podría ver publicadas juntas.
En re-lectura, mi comentario parece menos entusiasta de lo que fue mi impresión de la lectura. Me dominaba posiblemente el pesar de imaginarme que este episodio de la vida de ambos escritores se había convertido en el único punto focal de su escritura. Se trata seguramente de un artefacto de mis incompletas lecturas.
Gracias de nuevo y bienvenida a este blog que me encantaría consideraras como tuyo también. Hasta pronto.
Philippe