Desgracia impeorable
de Peter Handke
por Juan Carlos Figueroa M.
El título de esta novela, Desgracia impeorable, tiene una relación clara con el argumento que desarrolla. En este caso, el autor mismo: Peter Handke, expresa sus propias dificultades para volver concreto, en palabras y en papel, el sentimiento que le provoca el suicidio de su madre. Es una desgracia, en parte, porque se suicidó y también por la incapacidad inmediata que tiene el autor para expresárselo a alguien más (quien lo lee).
En la atmósfera del relato se percibe el intento de Handke por invitarnos a comprender su pensamiento y, al mismo tiempo, a las estructuras del lenguaje que permiten que una historia como esta sea comprendida sin tener que alejarse necesariamente de los hechos vividos por el autor (digamos, la realidad).
El tiempo narrativo de la historia es desde la visión del autor y su relación con los hechos, cronológico. Por el tema, sin embargo se recurre necesariamente a la analepsia tanto para recordar a la madre como para retratar un pensamiento.
Ciertamente, este es un libro que no tiene como fin provocar ningún sentimiento de felicidad; pero que el fin no sea ese no significa que la forma en la que relata la historia, sus reflexiones, memorias y pensamientos no dejen en nosotros mismos algún bien, quizás, porque podemos estar pasando por un momento así, porque lo estaremos o porque ya lo pasamos y pudimos pensarlo de forma similar. O por el contrario, puede que nos veamos inmersos en una desgracia aún peor y que leer este libro empeore todo.