Por: Jose Castillo
Este libro llegó a mis manos después de leer un artículo que Sergio del Molino publicara en El País, a propósito del Brexit, añorando una Europa que cada vez es más lejana y menos posible.
Conocí a este gran autor por una extraordinaria reseña de Momentos estelares de la humanidad escrita por Wellington Nelson.
El mundo de ayer no solo es la biografía de un hombre, sino la de toda una generación y la de un continente que en 40 años cambió más de lo que lo había hecho en toda su historia.
«Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y sólo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, sólo éste ha vivido de verdad.»
Con esta frase, Stefan Zweig (1881-1842) finaliza sus memorias, donde nos lleva desde la seguridad de su infancia en la capital del imperio austrohúngaro hasta su exilio forzado por Hitler.
Valiéndose de un estilo de escritura pulcro y magnífico, este autor austriaco pinta una época que en Occidente seguimos añorando. Ese principio del siglo XX en donde se podía creer en un mundo cosmopolita, sin fronteras; antes de los nacionalismos y las guerras mundiales.
Hay mucho que aprender de este libro; literatura, música, teatro, humanismo y un sinnúmero de etcéteras. Al parecer una conversación con Stefan Zweig nunca se hubiera quedado sin temas. Quienes no coincidimos con él en tiempo y espacio, tenemos el consuelo de conocerlo a través de sus libros.
En más de 500 páginas Zweig hace un recuento de sus primeros años en Viena, su juventud viajera (fue un ciudadano de mundo pasando temporadas en París, Londres y Nueva York), sus años en Salzburgo y el ocaso de su vida, que coincide con el ascenso de Hitler y la anexión de Austria a Alemania.
Hitler es un personaje a quien Zweig dedica muchas líneas, específicamente hacia el final del libro. En sus propias palabras nos dice que «Obedeciendo a una ley irrevocable, la historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época». Al parecer, él fue de los pocos que entendió desde un principio la amenaza que Hitler representaba. Ante sus constantes advertencias, la mayoría de sus amigos y colegas hicieron oídos sordos.
A medida que avanzaba en la lectura, pude identificar muchas situaciones que guardan un parecido sospechoso con nuestro presente y que nos deben hacer reflexionar. La más clara: cómo un hombre con un discurso incendiario se hace con el poder e identifica a un culpable de todos los males de su país.
Que este libro nos sirva de antídoto y de advertencia. Que el amor por la vida y la humanidad de este extraordinario hombre sea una guía, para quienes hoy, un siglo después, añoramos ese mundo de ayer