La mañana del 9 de diciembre de 2005 sorprendió a millones mexicanos. Televisa, el noticiero con mayor audiencia en México transmitió “en vivo” la captura de dos supuestos secuestradores: Israel Vallarta y Florence Cassez. Las imágenes asemejaban más a una mala producción de una serie policial que a un operativo real.
En aquella época, Jorge Volpi, curiosamente se encontraba en Francia, país natal de Florence y con el cual el gobierno mexicano incluso entró en un conflicto diplomático debido a su arresto. La noticia, como a muchos otros, le llegó, pero fue hasta varios años después que leyó un reportaje cuando se interesó en la historia. Comenzó la investigación y envió un primer borrador, una novela contada en tercera persona, más al estilo de A sangre fría, de Truman Capote, a algunos de sus amigos.
Los comentarios fueron negativos. “Es ilegible”, le dijeron. Además, contar una historia con tantos matices, a partir de la ficción, no era lo mejor.
Una novela criminal, ganadora del Premio Alfagura 2018, es el resultado de una investigación de tres años, es una novela sin ficción que, en palabras de su autor, también pretende indignar. Volpi estuvo recientemente en Guatemala, en la librería Sophos, en la Ciudad de Guatemala, para presentar la obra.
El caso Cassez-Vallarta, ya de por sí es muy interesante, pero quisiera saber, ¿qué te llevó a contar la historia sin ficción?
Desde que empecé a leer sobre el caso, un caso tan estrambótico y con tantas mentiras por parte de las autoridades, me pareció que convertirlo en una novela normal le hubiera quitado esa fuerza que tenía. Nunca tuve dudas de que si debía contarlo, tenía que ser sin ficción, dejando que se vieran los hechos tal cual.
¿Y qué fue lo que te llamó la atención de este caso? ¿Por qué valía la pena contar la historia de Florence e Israel?
Tenía todos los elementos: una historia de amor, policíaca, política e incluso diplomática. Había además una conspiración detrás de todo, una denuncia a al sistema de justicia en México.
¿Y cómo hubiese sido la historia desde la ficción? ¿No era mejor narrarla así?
Desde la ficción hubiese funcionado menos. Por eso no lo hice. Era posible, por ejemplo, tomar el punto de vista de Israel o el de Florence. Sería otra cosa, por completo.
¿Y cómo llevas toda la investigación a el trabajo final? Está construida principalmente de partes policiales, documentos judiciales y entrevistas…
Es complicado. Hubo una parte que dediqué a encontrar lo más importante, escoger los materiales y traducir el lenguaje judicial a uno literario hasta armar una especie de primer manuscrito, con esta primera información. Luego, ya desde ese primer manuscrito que yo había seleccionado, reescribí tratando de hacerlo de la misma manera que he escrito cualquier otra de mis novelas.
La mayoría de novelas, series o información giran alrededor del narcotráfico o pandillas, por ejemplo, pero nunca a la violencia que son capaces de engendrar las mismas autoridades. ¿Cómo ves esto?
Cuando comencé a adentrarme más en el caso, me di cuenta de que eran las propias autoridades encargadas de buscar la verdad las que se encargaron de destruirla. Y que tenían ya una verdad a priori y querían que esa fuese la única que saliera a la luz.
Me pareció terrible que, para llevar a cabo su verdad, hicieran todo tipo de violaciones a los derechos humanos.
¿Y no temes represalias?
Afortunadamente no, no he tenido ninguna represalia o llamada extraña. Hasta hora.
¿Y crees que es posible? Tomando en cuenta cómo se ha actuado contra muchos periodistas mexicanos…
Me da la impresión que tiene que ver con que la novela, al ser presentada como novela y literatura, no les ha importado mucho a quienes, digamos, salen mal en el libro; los policías, los torturadores…
Pero puede que eso cambie ahora que la novela se va a hacer serie de televisión. Tal vez sea distinto porque el impacto sea mucho mayor.
¿Tal vez los involucrados sí ven una serie de televisión?
Tal vez…
¿Y por qué presentar esta novela en un concurso? No creo que Alfaguara hubiese rechazado el texto…
Me imagino que si no hubiese ganado, la hubiera publicado Alfaguara México, y se trataría de un tema muy local. Creo que el Premio es lo único que le ha permitido en realidad circular por todos los países de lengua española. De lo contrario creo que hubiese sido muy difícil que eso ocurriera.
Me interesa cómo se lee fuera de México, o fuera de Francia que es donde saldrá el año próximo, que son los lugares en los que se conoció el caso. Cómo y qué tanto se puede leer…
Es una novela que deja muchas más dudas que respuestas. ¿Para ti esta novela ya está cerrada? ¿Tienes cabos sueltos?
Hay muchos cabos sueltos, que ya nos los vamos a saber, o será muy difícil. Lo que sí le falta a la novela es un epílogo, que sólo podré escribir cuando Israel, su hermano y sobrino, que todavía están en la cárcel, tengan una sentencia firma, esperemos liberatoria. Independiente de lo que yo pueda pensar de él, (Israel) es una víctima del estado mexicano, que al igual que Florence, debe estar libre.
Entonces, hasta que eso no ocurra eso, no lo podré escribir. ¿Cuándo lo podré escribir? Pues han pasado 13 años desde que él está en prisión preventiva. Quizá el próximo año llegará a sentencia, eso es lo que creemos. A partir de allí le faltará un capítulo.
Por ejemplo, en A sangre fría, Truman Capote llegó a involucrarse mucho con Dick y Perry, ¿cuál ha sido tu relación con Israel y Florence?
Es complejo. Con Israel y su familia sigo en contacto porque hay todo un plan para apoyarlo ahora que llegue a sentencia. Con Florence ahora ha sido un contacto más distante, pude enviarle el libro y me lo agradeció.
¿Cuál dirías que es la función de un escritor en la época actual?
Creo que es la misma de siempre: escribir historias y contarlas bien, y que tengan algún sentido para los lectores. Este libro es el primero que escribo que es distinto, porque busca tener una incidencia en la realidad. No sólo en el lector sino en la realidad misma; es decir, yo sí espero que el libro contribuya a cambiar la imagen provocada en México por los medios de que ellos son culpables sin lugar a dudas y, por lo menos, dudas debería haberlas.
También espero que sí tenga un efecto en la realidad, para ayudar a que Israel y los miembros de su familia en prisión en prisión salgan. Independiente de lo que puedas pensar de Israel, de si había algún lado oscuro, y no me refiero a los secuestros sino a qué relación tenía realmente con Margolis y Sébastien, porque ahí es donde inicia la historia, debería estar libre. Debería estar libre por la manera en que lo trató el estado mexicano, primero torturándolo, y luego no sólo no dándole un juicio justo sino el más injusto posible.
Y hasta el momento, ¿qué incidencia ha tenido el libro en el caso?
Ha ayudado para que se cree un pequeño grupo de asesores que están dispuestos a ayudar ahora a Israel cuando su caso vaya a sentencia. Creo que en ciertos sectores influyentes de la sociedad mexicana sí se ha leído el libro y ha cambiado la percepción. Un elemento importante es que Olga Sánchez Cordero, que es la ministra de Corte que liberó a Florence, ahora es la secretaria de Gobernación de López Obrador. Creo que la perspectiva de ella va a cambiar las cosas en el sistema de justicia y es un personaje importante del libro, y ahora tiene un rol central en el nuevo Gobierno.
¿Crees que esta novela haga que otros autores se vuelquen al género?
Creo que hay un auge de la no ficción desde el lado de la crónica y el periodismo narrativo. Y esta es una incorporación a eso, pero desde la literatura, y puede ser que haya más casos así.
¿Y qué es lo que diferencia a Una novela criminal de una crónica o un reportaje narrativo?
La diferencia es muy sutil. Hay mucha gente que cree que no es una novela. Mi formación no es de periodista, es de escritor, aunque haga una investigación periodística, mi manera de abordar el asunto es desde la novela. Y eso hace que haya ciertas decisiones y que su construcción a pesar de todo sea más de novelista.
Creo que el periodista está obligado a, cuando hay testimonios discrepantes, ponerlos todos. Yo como novelista preferí elegir lo más verosímil. Si no hubiese sido muy farragoso.
¿Y qué te llevó a decidir que era más verosímil? Aparte de la obvio
Creo que los novelistas nos dedicamos sobre todo a distinguir lo verosímil de lo inverosímil, en lo que escribes y en lo que lees. Digamos que esa es la formación que a mí me ha ayudado, muchas escenas y cosas que se dicen desde mi punto de vista eran inverosímiles.
Por ejemplo, al momento en que el jefe de la policía dice que recrearon algo que pasó antes, a mí me obligaba más como novelista a imaginar que tuvo que haber una escena en la que un policía llega con las víctimas a decirles: “oigan, ¿se pueden poner aquí de nuevo?”, y eso es inverosímil. A mí me parecía que eso no ocurrió. Entonces existe cierta subjetividad que quizá el periodista no puede tomar.