Acabo de terminar El Mayorazgo, de E.T.A. Hoffmann. Es la publicación más reciente de la colección Otras Latitudes, de la editorial Nórdica Libros.
Mi primer comentario va hacia el cuidado de la edición. Un trabajo espléndido. Recuerda lo exquisito de El Acantilado, pero mejor. Una tapa quizás menos memorable que las de aquélla, pero al tacto, deja la impresión de tener en las manos un objeto de lujo. El calibre del cartón de las cubiertas es casi demasiado para esta novelita de 150 páginas con amplios márgenes y tipografía holgada.
Espero ansioso a tener entre manos los demás títulos de la editorial, La búsqueda del absoluto, de Balzac, las dos novelas de Flann O’Brien, y, sobre todo, las ediciones ilustradas, que vi, y con son una verdadera maravilla, como el Festín de Babette, de Isak Dinesen, o Sin Contar de W.G. Sebald, éste con grabados de Tripp.
No había leído a Hoffman, y me encuentro con una novela en la que el horror forma parte de lo cotidiano; un relato fantástico en el que las fronteras de lo sobrenatural se difuminan para darle una importancia central al destino y a la psicología de los personajes. Precursor, sin duda, de Poe. Prólogo de Marisa Siguan que me leo al final, como de costumbre, y cuya lectura se agradece. Notas biográficas justas para contextualizar, sin ningún desperdicio. Los comentarios más atinados sobre la obra y su música interior, sin revelar nada de antemano.